lunes, 22 de noviembre de 2010

Slow night, so long




Ha llegado el momento. Se cierra el capitulo. Se acaba el libro. Cae el telón. Ha llegado el momento de tomar decisiones.
Precipitadas. Incorrectas políticamente. Incoherentes. Imprecisas. Pero ha llegado el momento de realizarlas.

Cuando ves españoles por el mundo y piensas que cualquier destino podría ser el tuyo. Cuando te das cuenta de que no tienes a nadie para que te cante fix you o que lo único que te apetece es cerrar los ojos y taparte los oídos, te das cuenta de que no existen lazos que te aten lo suficientemente a nada. Que puedes quitarte las cintas que te atan y buscar tu vida. La que es tuya de verdad, no la que te vino impuesta desde la cuna.

Ha llegado el momento de cambiar. De hacer todo aquello que no te atreviste a hacer, pero siempre lo has deseado.
Empezar a ser tu mismo. Dejar de soñar con lo que debería ser y luchar por conseguirlo por mucho esfuerzo que nos cueste.
Los sueños nos se hacen realidad por si solitos, necesitan de alguien que les de forma y quien mejor que uno mismo para crear lo que se sueña.
Ha llegado el momento del cambio

lunes, 8 de noviembre de 2010

Déjame vivir con alegría

Dicen que las relaciones humanas cuentan siempre con un mínimo de tres vértices. Incluso las relaciones de pareja más íntimas cuentan siempre con un tercero. Un tercero sobre el que descargar frustraciones, miedos y dudas. Un tercero que es más débil en la relación y que tiene las de perder cuando se producen malentendidos en la relación.

A veces no somos conscientes de que somos un vértice, otras veces no nos damos cuenta de que nuestro vértice es el más débil. Y cuando nos damos cuenta que el nuestro es el más débil empiezan a no gustarnos los triángulos. Pero seguimos aguantando en el vértice esperando a que se convierta en el lado fuerte. En el lado que prevalecerá tras las discusiones. Confiando en que el otro lado del triángulo se incline hacia nosotros.
A veces solo nos queda confiar.

Aceptar que las relaciones siempre adquieren un punto álgido y que después decaen como las nubes llenas de agua, son más bonitas cuanto más grises. Al principio descargan su contenido con toda la intensidad y al final tan solo unas gotas incapaces de asustar ni al más pequeño de los insectos.
Y volvemos a desear cambiar de lado en el triángulo. o simplemente cambiar de triángulo.