lunes, 8 de noviembre de 2010

Déjame vivir con alegría

Dicen que las relaciones humanas cuentan siempre con un mínimo de tres vértices. Incluso las relaciones de pareja más íntimas cuentan siempre con un tercero. Un tercero sobre el que descargar frustraciones, miedos y dudas. Un tercero que es más débil en la relación y que tiene las de perder cuando se producen malentendidos en la relación.

A veces no somos conscientes de que somos un vértice, otras veces no nos damos cuenta de que nuestro vértice es el más débil. Y cuando nos damos cuenta que el nuestro es el más débil empiezan a no gustarnos los triángulos. Pero seguimos aguantando en el vértice esperando a que se convierta en el lado fuerte. En el lado que prevalecerá tras las discusiones. Confiando en que el otro lado del triángulo se incline hacia nosotros.
A veces solo nos queda confiar.

Aceptar que las relaciones siempre adquieren un punto álgido y que después decaen como las nubes llenas de agua, son más bonitas cuanto más grises. Al principio descargan su contenido con toda la intensidad y al final tan solo unas gotas incapaces de asustar ni al más pequeño de los insectos.
Y volvemos a desear cambiar de lado en el triángulo. o simplemente cambiar de triángulo.

2 comentarios:

  1. me encnata tu entrada..... tiene mucho mucho que ver con lo que pasa con el monstruo...
    "Un tercero sobre el que descargar frustraciones, miedos y dudas." eso hace!!! es que madre nadie lo podria haber escrito mejor que tu!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

    haicendome la dura!!
    m!

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  2. sin palabras, genial texto!
    dicen q el triángulo es la figura más perfecta del mundo.. .

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