Espejos. Son el objeto más cruel que existe. Te devuelven tu reflejo cuando menos lo necesitas o cuando ni tan siquiera lo esperas. Pero lo malo no es ver tu reflejo, es ver que esta sólo, que el único reflejo es el tuyo.
De repente, un sábado te descubres en casa, sin ganas de salir, sin ganas de conocer gente o sin ganas tan siquiera de moverte de la cama. Te descubres viendo fotos de gente enamorada a orillas del mar o profesándose amor eterno. Y sin saber como te imaginas el futuro, un futuro donde sigues sólo, sin nadie que te arrope por las noches, rodeado de gatos y con dos espantosas figuras de los amantes de porcelana en el mueble del comedor.
Y vuelves a la realidad, o a una realidad más cercana, donde haces que las visitas en las redes sociales de las personas de las que un día te creiste enamorado se disparen. Revisando las fotos con la esperanza de encontrar algo que te de las fuerzas para seguir. Para engañarte a ti mismo. Porque es la forma para poder conseguir un futuro sin pelos de gato en el sofá y sin casas recargadas de figuras de porcela.
Pero si eres fuerte descubriras que la vida es algo más no sólo recuerdos y amor. Hay amistad, hay un presente por vivir, una carrera que terminar o tal vez un siple dibujo que queramos hacer. Pero sea como sea siempre encontramos la forma, no de seguir si no de vivir. Y vivir disfrutándo del momento y de las personas que nos rodean. Es algo que no podemos olvidar y ya nos lo dijo BP ser felices haciendo felices a los demás.
Sin embargo el reflejo es más dificil, porque no solo refleja nuestra cara, refleja nuestros defectos, esos que cada vez se hacen más patentes, que cada vez crecen más, nos invaden y no dejan que veamos nuestras virtudes. A veces la opresión que nos hacen es insoportable y no hay trucos para aliviarla, tal vez sea imposible. Tal vez nos persiga para siempre. Pero lo que es seguro es que nuestro reflejo no desaparecerá siempre nos perseguirá como un stigma y tendremos que convivir con él.
Tapando con telas todos los espejos.
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