Encontrase de repente una noche en casa, saboreando un mate y escuchando a Carmen McRae, abrigadito en una chaqueta de lana, sintiendo el frío del otro lado del cristal, al fin solo, al fin loco. Decidiendo entre ver "las horas" leer a Virginia Wolf o algún libro de poesia. Pensando en el día que se acaba. Pensar en hacerte pequeñito, desapareer lentamente y sentirte tan insignificante y tan invisible como una gota de lluvia en plena tormenta.
Miles de ojos siguen esa gota en su decadencia desde las nubes, indefensa y solitaria prosigue su camino, siempre hacia abajo, siempe perdiéndo volumen, sintiendose tonta y torpe entre el resto de maravillosas gotas que la acompañan - de lejos - en la caida -y que la sueperan en todo, más bonitas,brillantes, esponjosas-.
Con la velocidad del trueno que cae en la noche, notas esa estúpida sensación de ser observado -más propia del Show de Thruman o de un esquizofrénico paranóide, incapaz de demostrar sentimientos, abúlico perdido, anhedónico profundo, con dificultades para escribir- sintiéndose traicionado por todo y por todos, siendo participe de un juego que no conoce y no le gusta, pero al que uno se ve obligado a participar. A veces sentirse como en una obra de Shakespeare, sintiéndote como el mismísimo Oberon.
DE repente te replantes si lo que crees es lo que hay o si tu percepición ha decidido hacer un viaje al cerebro de Virginia Wolf.
Luchas contra esos sentimientos que te desequilibran. Pero a veces no es fácil.
Derrocando al Estado Paranoide
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