Tener la certeza de que lo que sientes no se va. La certeza de que va en aumento quedándose con tu espacio, el espacio que usas para vivir y aquel dónde antes te sentias feliz, protegido. Vivir sabiendote equivocado, observado, engañado.
Un día te levatas y las cosas han cambiado - tal vez no sea fuera- pero tu cristalino no acierta a ver el cielo azul y la blancura de la nieve. Lo que ayer era pardo hoy se vuelve negro, y lo blanco pardo.
Las cosas se oscurencen, la gama de colores calidos se va enfriándo poco a poco, dejando el rojo de un cobre que invita a irse a casa a cobijarse.
Tán sólo el humo de un cigarrillo es capaza de camuflarte. Tan sólo el olor del calfe recien hecho es capaz de sustraerte de tu catatonia. Pero de repente alguien habla en la sala y la paz que habías creado se va, se te escapa entre las manos como al camarero se le derrama una gota de café por el borde de la taza. Es justo, en ese momento -cuando la gota llega al plato dónde reposa la taza y cuando vuelves a la dura realidad- cuando ves la verdadera sinceridad de la gente. Cuando tu interlocutor expone ante ti su realidad, o a veces lo que cree que es la realidad. Es en ese momento cuando te sientes terriblemente egoísta por pensar en ti, por tener la desfachated de pensar en ti. La vergüenza de no poner todos tus sentidos en los problemas de los otros.
Es ese sentimiento que coge número para unirse a los que ya te acompañan en tu lado izquierdo, en el malo, y que hoy por hoy es el que más pesa, el que más se hace notar. Es ese lado que te hace sentir sucio icluso depués de la ducha.
Pero ese lado que por suerte desaparece también de vez en cuando, si sabes como hacerlo, si aprendes a ignorar ciertas cosas, si aprendes a aceptar lo que te ocurre y que es lo que te mereces, por poco que te guste, por mucho que te duela, por mucho que te hunda en la más profunda de las pofundidades, acabará siendo parte de ti. Y el dolor y las ganas de no salir a la calle, seguirán latentes en ti. Pero aprenderás a disimularla,
Aprenderás a ver tus grandes defectos como una parte de ti, pero sólo si no te dejas engañar, porque los defectos nunca se llegan a interiorizar, nunca los llegas a normalizar. Cada vez aparecerán más, incluso vendrán como una consecuencia de lo que creías que eran tus mejores virtudes. Siempre aparecen y reaparecen.....
Intentando ver lo pardo blanco
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