domingo, 31 de mayo de 2009

I was walking with a ghost

Se acabo. Se fue el fantasma de las Navidades futuras. Se fueron las esperanzas.
Ya no habrá más excursiones, más escapadas nocturnas, no más cenas, ni fiestas...ni nada.

Se terminó. Todo tiene un principio y un final. Cuando llega el principio todo es precioso, parece que no se va a terminar. Visualizamos un camino que creemos que solo nos puedes llevar a cosas buenas y que nunca se termina. Pero se termina. Y tal vez sea esa sensación de que todo va a ir bien la que hace que al final del camino halla pinchos y te piquen al andar, y duela terriblemente dar un paso. Pero seguimos caminando.
Siempre hay alguien que nos anima a andar, que nos ayuda a pasar por los pinchos, aunque no hace que desaparezcan. Siempre hay alguien que pone más baldosines para que el camino se haga un poco más largo, para que la gente siga caminando junta un poco más. Pero siempre hay alguien que se queda por el camino, los pinchos en los pies se clavan cada vez más y hacen que nos apartemos del camino. O que nos sentemos y dejemos de caminar, o elijamos otro camino, o simplemente desaparezcamos...
Entonces la Ciudad de Esmeralda se pierde de vista, se va más lejos, el camino de baldosas amarillas se hace largo y el león, el espantapájaros, el hombre de hojalata y Toto dejan de hacernos compañía. Te encuentras sólo, caminando con un fantasma. Aunque tal vez puedas dar pequeños paseos con la gente con la que partiste al principio, aunque sólo sea de vez en cuando.


Paseando por el camino de baldosas amarillas.

Poniendome chapines rojos para andar lo que me quede

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