miércoles, 30 de diciembre de 2009

Let me hold your hand

A veces tengo miedo.
Soy una persona dificil, maníatica, incoherente... Pero lo que más miedo me da es que a veces cojo cariño demasiado rápido. Tal vez es que tengo la autoestima reluciente a esperas de ser estrenada. Tal vez sea que soy un pesimista de primera categoria, que le doy más vueltas a las cosas de las que debería. Pero estoy asustado y no sé hacia quien correr.
Tengo un nudo en la garganta que me impide hablar por completo aunque sé que es lo que neceisto y que con una charla de tan sólo diez minutos me ahorraria muchas lágrimas y entradas del blog pero no sé hacia quien correr. Y lo más importante...no sé como decir todo eso que llevo guardando en mi tanto tiempo. Es dificil, angustioso. Pero de una forma u otra es lo que he decidido. Es lo que he querido llevar a mis espaldas.
Alejarme de la gente, hacerme el frío, tan solo escuchar y analizar. Poco a poco he ido hundiendome un poquito más. Y ahora aunque tengo dudas que conozco más que de sobra. Que se que duraran lo que tengan que durar, fruto de faltas afectivas. Ahora el nudo me aprieta un poco mas y las lagrimas siguen hay pero el tapon también y no sé que hacer para quitarlo y que no me ahogue. Y huir no ayuda. Y ya no sé que puede hacerlo así que supongo que no hay más remedio que esperar a que llegue el día en que me desahogue y mientras tanto hacer como todo este tiempo atrás cargar con las consecuencias de mis actos, de mi pasado, de mi situación y llevarlo todo lo mejor que pueda, siendo por lo menos tan feliz como lo soy ahora y sin pensar que podría serlo un poco más de lo que ahora lo soy con esa carga.




HAciendo una espalda fuerte para llevar lo que tenga que llevar.

sábado, 19 de diciembre de 2009

La vie en rose

Aunque tengo ideas no las plasmo todo lo que debiera. Y es que aunque es más fácil escribir cuando uno está triste, a veces es necesario escribir las bondades que nos ofrece la vida, las personas con las que coincidimos, las conversaciones que te alientan a seguir porque crees que hay algo más, las personas que ya no nos acompañan tan de cerca, las expectativas de un nuevo día o tan sólo el ver a un niño disfrazado de oveja cantando "la marimorena".
Tal vez sea que se hacercan los espíritus que visitaron al señor Scrooge y todos juntos hacen un efecto extraño en las personas. O tal vez sea que el consumismo de la temporada no me deje pensar con precisión. O tal vez sea que para mi escribir es parecido a contarle tus problemas a tu novia, pero no tengo, asi que no me queda más que escribir de vez en cuando para desahogarme aunque no tenga nada que contar pero es que cada vez que hablas te sientes mejor. Notas como se te calienta la garganata se te vacia el estómago y ves las cosas desde otra óptica.

Viendo las cosas del color de rosa para hacer que estos días, aunque no me guste la navidad, sean algo más bonitos

lunes, 7 de diciembre de 2009

How to save a live

Cuando te ves obligado a mostrar la más bonita de tus sonrisas. Cuando disimulas el dolor. Cuando las lagrimas están siempre cerca de ser derramadas en el más impropio de los momentos o cuando sabes que lo harán porque ya no puedes acumular más es cuando te das cuentas de que las cosas no marchan tan bien como pensabas.
Tal vez es propio de mi personalidad, o tal vez lo comparta con todo el mundo, o con solo unas cuantas personas. Pero tíendo cada vez más a la antisociabilización. Recuerdo ser niño y jugar con todo un parque. Que el mayor de los males se arreglara con un simple lo siento. Y recuerdo ir perdiéndo esos... cómo decirlo, esos privilegios, esas facilidades, esas seguridades....
Porque seamos sinceros, al crecer se pierden cosas siemples que solucionaban grandes males. Porque ahora, en nuestros días, un lo siento es como un te quiero, ha perdido todo su significado por abusar de su uso. Entonces solo nos queda refugirnos en el tiempo. En esperar que pase y que haga el mismo efecto que un lo siento. Y que te de todo lo que esperabas tener y que se detenga si es necesario. Dejar que pase al fin y al cabo.


Deseando recuperar las cosas simples pero efectivas.

viernes, 4 de diciembre de 2009

So what?

¿Cómo saber que haces lo correcto? ¿Cómo reespaldar tus elecciones si no estas seguro de ellas? ¿Cómo fiarte de la gente si la experiencia, y tú educación, te dicen que no lo hagas? ¿Cómo seguir en el camino en el que estás si ya te perdiste alguna vez y tiene más cruces de los previstos?
¿Cómo le dices a alguien que la quieres sin decirselo? No se puede. No hay respuestas. O al menos no respuestas claras. Ni correctas. Ni universales.
Tal vez la respuesta a ¿cómo seguir? sea el tercer misterio de la Virgen de Fátima y sea algún día resuelto. Pero si no lo es, tendrémos que vivir como hasta ahora. Confundido. Aturdidos. Desorientados. Como toda esa gente que pasea a toda prisa por La Castella intentando llegar a casa lo antes posible. Aunque lo cierto. Lo doloroso es que no hay nadie esperando. Pero siguen yendo rápido. Como si esperarán encontrarse al final con alguien quierido. O tal vez, encontrarse tan solo con alguien. O quizás eso sea lo único que no les hace sentirse aturdidos.
Tal vez ayuda no mirar el reloj porque como dice mi abuela la ignorancia hace la felicidad, y si no ves las horas que pierdes no las echas de menos.


maybe, maybe, maybe

martes, 1 de diciembre de 2009

The show must go on


Sentir ese peso en el estómago. Sentir que te lloran los ojos. Conocer el verdadero significado del refran tener el frío metido en los huesos. Mirarte los pies al caminar. Ver como te llevan hacia ningún lado. Pero te arrastran. Te alejan de dónde deberías estar. Ver a la gente pasar tan cerca de ti pero a la vez tan indiferente que llega a doler.
Levantar la cabeza y encontrar la montaña. Oir el mar. Sentir el aire. Encontrarte a ti y perder al resto. Conocer la libertad bajo la lluvia. Notar tus problemas disolviéndose con ella, con cada nube, con cada gota. Notar como traspasan la tierra húmeda y no vuelven a brotar. Dejándote relajado como hacia tiempo que no estabas. Como aquella última vez con la persona a la que más querías en al parte de atrás de un coche. Como cuando llegas a casa y te refugias del frío que azota las caras descubiertas de la gente que te miro pasear con indiferencia. El frío que hace que te duelan las manos y te cueste andar. El frío del que intetas refugiarte cerca del radiador pero del que es imposible escapar porque está en ti. Porque lo notas hasta en verano. Y ese frío es más duro que cualquiera de los inviernos que nos cuentan nuestros abuelos. Y es un frío que no puedes exteriorizar porque te da vergüenza. Porque te da miedo. Y... en realidad porque no sabes de donde viene y no porqué y eso si que asusta.
Pero a ti te da igual. Tú sigues adelante. Mostrando una sonrisa explendida que mantiene alejadas las preguntas curiosas y distantes -por mucho que quieran parecer cercanas- de la gente que te rodea. Maquillándote y saliendo al espectáculo que es la vida. Un continuo desfile de máscaras y disfraces. Tu vida.





Con el gorro puesto y tapado hasta las orejas.