martes, 1 de diciembre de 2009
The show must go on
Sentir ese peso en el estómago. Sentir que te lloran los ojos. Conocer el verdadero significado del refran tener el frío metido en los huesos. Mirarte los pies al caminar. Ver como te llevan hacia ningún lado. Pero te arrastran. Te alejan de dónde deberías estar. Ver a la gente pasar tan cerca de ti pero a la vez tan indiferente que llega a doler.
Levantar la cabeza y encontrar la montaña. Oir el mar. Sentir el aire. Encontrarte a ti y perder al resto. Conocer la libertad bajo la lluvia. Notar tus problemas disolviéndose con ella, con cada nube, con cada gota. Notar como traspasan la tierra húmeda y no vuelven a brotar. Dejándote relajado como hacia tiempo que no estabas. Como aquella última vez con la persona a la que más querías en al parte de atrás de un coche. Como cuando llegas a casa y te refugias del frío que azota las caras descubiertas de la gente que te miro pasear con indiferencia. El frío que hace que te duelan las manos y te cueste andar. El frío del que intetas refugiarte cerca del radiador pero del que es imposible escapar porque está en ti. Porque lo notas hasta en verano. Y ese frío es más duro que cualquiera de los inviernos que nos cuentan nuestros abuelos. Y es un frío que no puedes exteriorizar porque te da vergüenza. Porque te da miedo. Y... en realidad porque no sabes de donde viene y no porqué y eso si que asusta.
Pero a ti te da igual. Tú sigues adelante. Mostrando una sonrisa explendida que mantiene alejadas las preguntas curiosas y distantes -por mucho que quieran parecer cercanas- de la gente que te rodea. Maquillándote y saliendo al espectáculo que es la vida. Un continuo desfile de máscaras y disfraces. Tu vida.
Con el gorro puesto y tapado hasta las orejas.
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Esa sensación de tener que seguir... aun sin ganas.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho tu entrada y me ha pasado como a ti: descubrí tu blog de casualidad y me gusta mucho.
Muchas gracias por tu comentario y lo que dices de mi blog :) yo también te seguiré leyendo!
Saludos!