viernes, 27 de febrero de 2009

In the waiting line

De pequeños nos encanta jugar al escondite. Jugamos a ocultarnos de la gente. Por unos momentos nos hacemos invisibles. Nos apartamos del mundo y entonces nos olvidamos de todo, sólo nos preocupamos por no ser descubiertos.
La emoción de no ser vistos nos evade.

Cuando crecemos el juego desaparece pero seguimos teniendo esas ganas incomprensibles de no ser descubiertos. Muchas veces, cuando somos mayores, jugamos al escondite, pero el juego ahora a cambiado.
Ya no corremos a buscar el mejor escondite, de hecho ni siquiera hace falta moverse. Porque lo que escondemos ahora no es a nuestro cuerpo sino a NOSOTROS. Oculamos nuestros sentimientos y nuestros miedos, los escondemos en una parte donde nadie pueda encontrarlos. En un escondite secreto que jamas revelarías a nadie.

Pero en algun momento alguien te descubre y cuando piensas que has sido descubierto y que vas a perder el juego ese alguien grita "por mi y por todos mis compañeros" y al igual que en el juego de niños estas a salvo. Puedes confiar en ese ( o esos) que gritó. Ahora ya puedes compartir tu escondite y no tener miedo de lo que pueda pasar. Ya te han salvado. No hay nada de que preocuparse.




Contando hasta 100

miércoles, 25 de febrero de 2009

Where does the good go???

Sin palabras.

En algunos momentos tenemos tantas cosas dentro que no sabemos como expresarlas, no sabemos cómo empezar, qué decir o cómo ponerlo. Aunque seguimos teniendo esa necesidad de expresar lo que guardamos.

Tenemos la mala costumbre de guardarnos todos dentro. Guardar,guardar y guardar. Cuando hemos almacenado tanto que no podemos seguir guardandolo dentro de nosotros, explotamos.
Nuestra onda expansiva es tan grande que no sólo nos afecta a nosotros sino que también a los que están cerca que por desgracia son aquellos a los que más apreciamos.

Entonces es cuando nos damos cuenta de lo mal que lo hemos hecho, de lo mal que nos hemos comportado. Pero a veces ese entonces es tan tarde que ya hemos perdido tanto que nos es imposible recuperarlo.
Por suerte la mayor parte de las veces somos capaces de arreglar el estropicio causado por nuestra explosión. Pero somos covardes y por miedo o por verguenza sólo arreglamos las cosas con unas cuantas tiras de celo. Lo que causará que en la siguiente explosión, (porque siempre hay una siguiente) lo que habiamos intentado arreglar vuelva a romperse y esta vez en cachos más pequeños.

Esto sólo tiene una solución, una que todos conocemos pero es demasiado díficil de adoctar y a veces es demasiado peligroso. La única respuesta es ser sinceros. No esconder nuestros problemas y hacer como si no existíeran, porque existen y en algun momento saldrán de la caja dónde los teniamos guardados y nos daran en toda la cara. Pero como personas que somos tenemos derecho a confundirnos y callar, pero de todo se aprende.

Creo en el karma, creo que tiene que existir un equilibrio. A veces cometemos errores, pero eso no convierte a las personas buenas en malas. Un día somos nosotros lo que estallamos, pero otro día será otra persona la que estalle y cuya onda chocara con nosotros. En esos momentos deberemos saber perdonar igual que un día alguien nos perdonó. Poruqe esos actos son los que nos convierten en personas, en mejores personas.


Confundiendome para ser mejor.

jueves, 19 de febrero de 2009

Knocking on Heavens door Greace

Cansado. Cansado de que la gente opine sin saber. Arrepentido porque sé qeu yo hago lo mismo.
A medida que pasan los días y voy sabiendo más de la vida,más ganas tengo de desconectar de ella.

A veces las personas se meten en nuestra vida y la juzgan como si tuvieran derecho a ello. Si algo he aprendido en la vida es que nadie tenemos la capacidad y el poder de juzgar a nadie. Aún así parece que hay gente que no se entera, gente que le encanta meterse en la vida de los otros. Gente que juega a la vecina cotilla que todos tenemos y a la vez de su Excelentísima señoría capaz de juzgar a todo aquel o a toda situación con la que se encuentre.

Hoy propongo un juego, te propongo que salgas a la calle y no juzgues, despojate de tus perjuicios, despojate de todo aquello que pueda interferir en una sana relación con los demás.

Pruebalo, no duele, no cuesta dinero y además te dejará en paz contigo mismo. Sí todos jugaramos a este juego de vez en cuando los libros de autoayuda caírian en picado en ventas pero todos seríamos mucho más felices.

No lo dudes, no te lo pienses. Hoy y sólo hoy es el mejor momento para cambiar el mundo y que mejor manera de cambiar que siendo mejor persona, nunca desistas siempre podas ser mejor que en el ayer, sólo tienes que tener ganas y serás capaz de cambiarte. A ti y al mundo





Jugando a ser libre, a ser iguales, a ser querido, a ser yo mismo. Sobre todo
jugando a no juzgar

miércoles, 18 de febrero de 2009

La distancia adecuada

¿Nunca has querído ser otra persona? Alguien a quien admiras, alguien a quien quieras paracerte.
Tal vez es porque tenemos demasiado miedo a aceptar quienes somos, a aceptar lo que somos.

Los seres humanos somos cobardes, nos da miedo todo. Somos inseguros, imperfectos, hipocritas...
Preferimos meternos en una cueva donde la gente no nos vea, donde no nos hagan daño. A veces somos nosotros mismos los que creamos esas cuevas. Nos encargamos de cavar tan hondo como nos sea posible para sentirnos a salvo, lejos de los otros. Nos refugiamos en nosotros mismos, muy dentro, pero muy solos.

Raras veces nos atrevemos a salir a la luz donde están los otros, aquellos que nos hacen sufrir. Pero si nos quedamos siempre dentro de esa cueva no descubriremos las grandes cosas que pueden mostrarnos esos personajillos que vagan por el mundo, haciendo que cada día sea especial, que nos levantemos por la mañana con ganas de salir de nuestras cuevas, que en definitiva nos hacen ser felices, aunque es cierto que podrán hacernos daño y nos lo harán pero sin esos malos momentos no sabríamos apreciar el resto de los otros momentos, buenos o regulares.









Arriesgandose para descubrir lo que me espera ahí fuera.

martes, 17 de febrero de 2009

Nada como el hogar


Todo en la vida se reduce a unos muros. Muros que hemos de superar todos los días. Pero hay un muro. El muro que nos separa de los demás.
Cuando saltamos ese muro las espectatívas que teniamos de lo que podríamos encontrar al otro lado no suelen ser lo que realmente hay.
Al principio creemos que todo es maravilloso nos sentimos como Alicia en un país de maravillas, pero cuando pasa el tiempo y nos vamos adentrando en lo que hay delante de nosostros, las cosas cambian y hemos perdido al conejo blanco que nos guiaba corriendo detras de nuestros sueños.
Cuando pasa el tiempo los miedos que teníamos sobre nosotros mismos aparecen para darnos una patada en el culo y no dejarnos seguir con nuestro viaje.
A veces detrás del muro nos rodea todo lo malo que esperabamos encontrar, pero si somos valientes y nos adentramos descubriremos que a pesar de las malas experiencias que se nos plantean con los demás lo mejor que nos ha pasado nunca ha sido saltar ese muro, ese gigantesco muro que nos separa de los demás.
Es un viaje peligroso, viaje a lo desconocido... pero al fin y al cabo que sería de la vida si no nos atreviesemos a husmear en lo desconocido.






Buscando al gato de Chesire para que me haga desaparecer con una sonrisa.

Corriendo para coger impulso y saltar todos los muros que me separen de algo, o de los otros.

lunes, 9 de febrero de 2009

lullaby in blue moon nights



Cuando somos niños nuestros padres nos marcan el camino enseñandonos lo que está bien y lo que no. Entonces sólo le tenemos miedo a los monstruos de debajo de la cama.
Con el tiempo perdemos a quien nos marque ese camino y los monstruos se hacen más grandes y aparecen en todas partes, ya no sólo debajo de la cama.

A veces nos sentimos perdidos y nos guiamos por estelas de huellas que dejamos nosotros mismos tiempo ha. Pero se hace díficil volver al camino y no cometer los mismos errores, porque al fin y al cabo somo seres humanos, tan listos como para llegar al espacio pero tan tontos como para tropezar siempre con las mismas piedras.

Aunque he crecido y ya no miro debajo de la cama buscando montruos con ojos brillantes y arañas en la cabeza, sigo encontrandome con ellos cada día a cada paso, en cada instante. Y les tengo miedo porque no sé cómo enfrentarles, porque ya lo he hecho otras veces y he fracasado. Porque soy inseguro y no confío en mi mismo para hacerles frente. Poruqe me da miedo enfrentarme a ellos y perder.

Un buen día descubres que las huellas que seguías ya no te guían hacía donde querias e intentas hacerte un camino nuevo con todo lo que has aprendido para evitar las piedras del pasado, pero es imposible. Siempre estarán ahí.














Mirando por las esquinas para evitar al hombre del saco