martes, 17 de febrero de 2009
Nada como el hogar
Todo en la vida se reduce a unos muros. Muros que hemos de superar todos los días. Pero hay un muro. El muro que nos separa de los demás.
Cuando saltamos ese muro las espectatívas que teniamos de lo que podríamos encontrar al otro lado no suelen ser lo que realmente hay.
Al principio creemos que todo es maravilloso nos sentimos como Alicia en un país de maravillas, pero cuando pasa el tiempo y nos vamos adentrando en lo que hay delante de nosostros, las cosas cambian y hemos perdido al conejo blanco que nos guiaba corriendo detras de nuestros sueños.
Cuando pasa el tiempo los miedos que teníamos sobre nosotros mismos aparecen para darnos una patada en el culo y no dejarnos seguir con nuestro viaje.
A veces detrás del muro nos rodea todo lo malo que esperabamos encontrar, pero si somos valientes y nos adentramos descubriremos que a pesar de las malas experiencias que se nos plantean con los demás lo mejor que nos ha pasado nunca ha sido saltar ese muro, ese gigantesco muro que nos separa de los demás.
Es un viaje peligroso, viaje a lo desconocido... pero al fin y al cabo que sería de la vida si no nos atreviesemos a husmear en lo desconocido.
Buscando al gato de Chesire para que me haga desaparecer con una sonrisa.
Corriendo para coger impulso y saltar todos los muros que me separen de algo, o de los otros.
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